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martes, 29 de mayo de 2012
Reseña en Revista El Arca N°66
En distintas direcciones
María Carbó, Isabel L. Cárdenas, Gabriela Cargnel, María C. Otsubo Editorial Simurg Buenos Aires, 2011.
Este libro es el resultado del proyecto de cuatro autoras, que provienen de distintos ámbitos y confluyen en el hecho literario. María Carbó, cofundadora del recordado Centro de estudios antropológicos; Isabel Cárdenas, Doctora en Sociología; María Gabriela Cargnel, Teóloga, y María Claudia Otsubo, asistente social y correctora literaria; todas con trabajos previos publicados, se propusieron una experiencia que consideraron enriquecedora. El resultado es este libro, que reúne veinte cuentos que surgieron del desafío de encontrar palabras o frases, a partir de las cuales cada una redactaría una narración. En el prólogo, Raquel Barros subraya que los cinco títulos que componen el libro se enmarcan en un relato: el del encuentro entre las escritoras, en un clima de respeto, pero intenso, en el que primó la convicción de que, entre todas, se “estaba tramando” un “texto único”. Así, en el primer cuento, “Las tres de la mañana”, para Carbó es el momento de “la frenada de un auto en la avenida”; en Cárdenas, es el instante del sobresalto provocado por “la insistencia del teléfono que sonaba en sintonía con el reloj”; en Otsubo es la hora de una llamada que evoca recuerdos y un pedido de explicaciones, y en Cargnel, es la de un operativo antidrogas, en una noche de verano. En todos los relatos, las autoras despliegan un mundo, el de su propia experiencia literaria y cada una se expresa, a su manera, enfrentando la propuesta desde su singularidad.
Irene Chikiar Bauer - Revista El Arca/66
www.elarcaimpresa.com.ar
María Carbó, Isabel L. Cárdenas, Gabriela Cargnel, María C. Otsubo Editorial Simurg Buenos Aires, 2011.
Este libro es el resultado del proyecto de cuatro autoras, que provienen de distintos ámbitos y confluyen en el hecho literario. María Carbó, cofundadora del recordado Centro de estudios antropológicos; Isabel Cárdenas, Doctora en Sociología; María Gabriela Cargnel, Teóloga, y María Claudia Otsubo, asistente social y correctora literaria; todas con trabajos previos publicados, se propusieron una experiencia que consideraron enriquecedora. El resultado es este libro, que reúne veinte cuentos que surgieron del desafío de encontrar palabras o frases, a partir de las cuales cada una redactaría una narración. En el prólogo, Raquel Barros subraya que los cinco títulos que componen el libro se enmarcan en un relato: el del encuentro entre las escritoras, en un clima de respeto, pero intenso, en el que primó la convicción de que, entre todas, se “estaba tramando” un “texto único”. Así, en el primer cuento, “Las tres de la mañana”, para Carbó es el momento de “la frenada de un auto en la avenida”; en Cárdenas, es el instante del sobresalto provocado por “la insistencia del teléfono que sonaba en sintonía con el reloj”; en Otsubo es la hora de una llamada que evoca recuerdos y un pedido de explicaciones, y en Cargnel, es la de un operativo antidrogas, en una noche de verano. En todos los relatos, las autoras despliegan un mundo, el de su propia experiencia literaria y cada una se expresa, a su manera, enfrentando la propuesta desde su singularidad.
Irene Chikiar Bauer - Revista El Arca/66
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miércoles, 9 de mayo de 2012
ARTICULO SOBRE NUESTRO LIBRO EN REVISTA CRITERIO www.revistacriterio.com.ar
Cultura
Nº 2381 » Mayo 2012
Lecturas: Cruce de caminos
por Adur, Lucas · Comentar
Sobre En distintas direcciones de
María Carbó, Isabel Cárdenas, Gabriela Cargnel y María Claudia Otsubo.
Diversidad de voces, de escenarios, de climas, de estilos.En distintas direcciones
es, sin lugar a dudas, un libro particular. Se trata del fruto de un
proyecto de escritura colectiva llevado adelante por cuatro autoras,
María Carbó, Isabel Cárdenas, Gabriela Cargnel y María Claudia Otsubo,
bajo la supervisión de Raquel Barros. La dinámica de trabajo, descrita
por Barros en el prólogo, tiene algo de juego y de experimento: el azar
(que como dice Cortázar, no hay que buscar comprender) hacía surgir un
título: una frase o palabra que se abría a múltiples posibilidades
narrativas. A continuación cada una escribía un cuento breve que era
luego leído y discutido por las otras y reescrito a partir del diálogo
en común. El resultado final se nos presenta organizado en cinco
secciones que recogen las variaciones ensayadas por cada autora a partir
del título que funcionó como punto de partida común: “Las tres de la
mañana”, “En tránsito”, “Ventana”, “Papeles” y “Los pies”.
De
este modo las cuatro escritoras, cada una ya con un largo trayecto
literario, han decidido cruzar sus caminos. El libro es el producto de
esta encrucijada: un espacio que no pertenece propiamente a ninguno de
los caminos y que, a la vez, pertenece a todos, un espacio que contiene todos los rumbos posibles y que se abre en distintas direcciones. Y la riqueza de este cruce es justamente la diversidad, la rica pluralidad que encontramos en esta convergencia.
Una
parte del atractivo del libro radica, sin duda, en descubrir los
distintos rumbos en las que un mismo título ha disparado la imaginación
de las escritoras. Hay algo de sorpresa en comprobar como, por ejemplo,
los “Papeles” que dan título a una sección van mutando desde los que se
amontonan en el escritorio de un periodista, a los viejos periódicos que
cubren a una mendiga, a las hojas que contienen el diario íntimo de una
viajera, e incluso se hacen metáfora de los distintos “papeles” que
toca a cada uno jugar en la vida.
Se
puede hablar entonces de la diversidad como un rasgo que caracteriza a
este libro en varios sentidos. Por un lado, y esto es evidente,
diversidad de voces. No sólo me refiero a las de las cuatro escritoras
de carne y hueso sino las distintas voces en las que ellas se desdoblan
para narrar: viajeras, locas, mendigas, ancianas temerosas, nostálgicas
incurables, engañadoras y engañadas… Estas distintas voces pueden
adquirir las modulaciones de la oralidad, permitiéndonos recuperar el
primitivo y eterno placer de escuchar una historia o, en otras
ocasiones, alcanzar un vuelo verdaderamente lírico. Las narradoras van
tramando, con estas voces, una especie de sinfonía coral y es posible
leer los textos que corresponden a cada sección-título como
“variaciones” sobre un mismo tema, en el sentido musical del término, o
como un cuarteto que ejecuta las distintas líneas melódicas de una
partitura. Pero si quisiéramos llevar más adelante la metáfora musical,
deberíamos decir que las instrumentistas no parecen tener empacho en
intercambiar sus instrumentos. Sin perder sus propias identidades
estilísticas, es notorio que el trabajo y la corrección conjuntas ha
permeado la escritura de todas las autoras y podemos reencontrar algunas
inflexiones de la voz de cada una en las otras. Un azar editorial o una
cuidadosa decisión han determinado que, cuando se comienza a leer cada
texto, no se sepa, en principio, quién es su autora. La ocasión puede
ser propicia para olvidarse, al menos durante la lectura, de la
individualidad, y recorrer las páginas tratando de escuchar la
singularidad de cada relato. Diría incluso que si se lee atento a este
trabajo con la voz, se puede llegar a sospechar que los cuentos no
pueden haber sido escritos sólo por estas cuatro mujeres, a menos que se
acepte que cada una está habitada por una multiplicidad de voces y que
son muchas las máscaras que pueden elegir a la hora de contar una
historia.
En distintas direcciones
está construido también en una diversidad de escenarios. “En tránsito”
se titula una parte del libro y, ciertamente, los relatos nos hacen
viajar, no sólo recorrer la ciudad de Buenos Aires, sus calles, y sus
bares, sino que también nos invitan a perdernos en la descripción de
castillos franceses, capillitas del Norte y capitales europeas. Las
descripciones son siempre precisas y poéticas y esto es muy meritorio en
relatos breves. Muchos textos tienen una calidad sensorial, además de
las historias, el lector se queda con impresiones muy vívidas: la
asfixia de un cuarto sin ventanas, el calor de una noche húmeda a la
intemperie, el barro entre los pies, y ese aire inconfundible de la hora
de la siesta en un pueblito del interior.
Esta
diversidad de voces y de escenarios confluyen en un aspecto que vuelve
al libro muy difícil de clasificar: una notable diversidad de climas y
estilos. Hay relatos donde la prosa se acerca a lo poético: meditaciones
líricas sobre este “peregrinar por el barro” que es nuestra vida en
este mundo o la narración de un sueño que va creciendo, avanzando sobre
el mundo que lo rodea hasta llegar a transformar la realidad en una
escena digna de las mejores páginas del realismo mágico. Hay otros que
trabajan con una sensualidad sutil, como aquel que evoca los
preliminares de un encuentro amoroso (clandestino) en un año nuevo en
Brasil o el que hace que nos enamoremos de unos pies que bailan al ritmo
del tango en una noche porteña… Tenemos también cuentos con tonos muy
distintos, con un manejo de la tensión y el suspenso dignos de un buen thriller.
En uno, una visitante misteriosa llega a una casa y entabla una
relación con su anfitriona que va creciendo cada vez más en tensión
hasta el sorprendente final; en otro, un grupo de hombres armados espera
al borde del camino, un relato que podría haber escrito el Hemingway de
Hombres sin mujeres. Para
respirar, además de estos cuentos cargados de tensión, tenemos textos
donde el clima es más ligero, casi de anécdota humorística, donde es
notable el trabajo con la oralidad, como en ese viaje fallido que
culmina con la firme decisión de no volver a pisar un país extranjero o
la parabólica historia de Tobías, el peón de campo.
Para
finalizar, quiero señalar una invitación que, creo yo, puede leerse
desde el título. Si se piensa, como dicen, que el nombre de una obra
funciona como una “instrucción de lectura”, es posible leer estos textos
“en distintas direcciones”. Estamos ante un libro que invita a ser
leído y releído para trazar lazos, construir distintos recorridos a
partir de fragmentos, como si fuera un gran rompecabezas que puede
armarse de distintas maneras. Cada relato aparece como una pieza de
forma única, que está agrupada junto a otras piezas con un título común.
Pero la obra también parece invitarnos a romper ese orden, a leer
salteado, a buscar (o inventar) las continuidades secretas entre estos
textos, imaginar por ejemplo que la mujer que recuerda haber sido infiel
en una noche de fin de año es la que se despierta por la madrugada a
llorar por una oportunidad perdida, o que la mendiga que se cubre con
diarios viejos mientras murmura su eterno monólogo es quizás la misma
que, noches después, duerme y sueña con cómo sus pies bailan hasta
remontar vuelo. Dejo a cada lector la dichosa tarea de trazar sus
propios recorridos por estos cuentos, pero los insto a acercarse a este
libro para descubrir como una original y placentera experiencia de
escritura se transmuta en una muy disfrutable experiencia de lectura.
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